segunda-feira, 9 de maio de 2016

¡NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA NOS MUESTRA EL ÚNICO REMEDIO!


¡NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA NOS MUESTRA EL ÚNICO REMEDIO!

¡Despierta, Iglesia Santa De Dios!
¡Despierten, la Jerarquía y los fieles de la Santa Iglesia!
¡No se puede estar ni un segundo más sin atender al grito materno de María!
¡No se puede soportar más la desobediencia a los pedidos de María!
¡La suerte del mundo entero depende de la obediencia de la Iglesia a las peticiones maternales de la Madre de Dios!
¡La suerte de la humanidad ha sido puesta por Dios en las manos de la Iglesia Católica, en las manos del Papa y de la Jerarquía!
Si continúa la desobediencia a los pedidos de la Virgen, las manos de aquellos que son responsables se verán, por pecado de omisión, manchadas de sangre por toda la eternidad. No podrán escapar al juicio de Dios. Su suerte eterna estará objetivamente en peligro de condenación por resistir al Espíritu Santo que obra, actúa y habla al mundo por medio de su fidelísima Esposa, la Bienaventurada siempre Virgen María.
Al aceptar como dignas de crédito las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, la Jerarquía de la Iglesia se ha comprometido ante Dios y ante el mundo a aceptar escrupulosamente los mensajes dados por la Madre de Dios a los pequeños videntes: los Beatos Francisco y Jacinta Marto, y a la Hermana Lucía.
Aceptar las Apariciones de Fátima sin prestar obediencia a las peticiones de la Blanca Señora es convertir Fátima en un circo abominable, en un "hazme reír", en un fraude para la fe de los fieles.
Se va a cumplir el centenario de las Apariciones, y cuánto más nos acercamos a dicha conmemoración, más actuales y apremiantes se revelan las enseñanzas impartidas y los remedios propuestos por la Santísima Virgen ante los gravísimos peligros que se ciernen sobre la Iglesia y sobre la humanidad entera.
¡Es hora de "exigir" respetuosamente obediencia a las peticiones de la Virgen a aquellos a quienes la Señora ha comprometido como Reina de los Cielos y de la tierra, porque la suerte de todos está en sus manos!
Ella quiere que Rusia sea consagrada explícitamente a su Corazón Inmaculado, sin excusas políticas ni pseudoreligiosas de ningún tipo.
Dios quiere establecer en el mundo la Devoción al Corazón Inmaculado de María.
Dios ha puesto el don de la paz para el mundo en las manos maternales de María. Para alcanzar la paz hay que solicitarla al Corazón Inmaculado.
El Santo Rosario y la Devoción al Inmaculado Corazón de María son los últimos remedios dados por Dios al mundo.
La Señora Celestial nos pide que recemos diariamente el Santo Rosario, nos apremia a hacer penitencia por nuestros pecados, a orar y sacrificarnos por la conversión de los pobres pecadores y a rezar por el Papa.
Fátima es el Plan Pastoral que el Cielo entrega a la Iglesia para que se cumpla, para que se ponga en práctica.
Fátima es el Plan Pastoral elaborado por el Cielo para aplastar la cabeza infernal de Satanás,para detener la condenación eterna de millones de almas, para proteger al mundo de su propia autoexterminación, para defender a la Iglesia militante de los más terribles asaltos del enemigo que jamás haya podido sufrir.
En Fátima, en los Mensajes de la Mujer vestida de Sol y en el testimonio de los tres videntes están todas las claves para poder interpretar todos los acontecimientos de la hora actual, tanto los referidos a la Iglesia Católica como los referidos al mundo entero.
¡Cien años, se van a cumplir de aquellos acontecimientos en los que en la Cova de Iría explosionó el orden sobrenatural!
¡Cien años de paciencia por parte de Dios y de la Madre Celestial!
¡Cien años de desobediencias, de incredulidad, de dureza de corazón!
¡Cien años de desastres, de horrores, de guerras y de tribulaciones!
¡Cien años de pavor para la Iglesia y para el mundo!
¡Cien años de innumerables almas perdidas en el infierno por no atender a las llamadas maternales de María!
¡Ya no se puede esperar más!
¡Ya los Católicos no deberíamos consentir más dilaciones!
Es verdad que las llamadas maternales de Fátima apelan a la responsabilidad personal e individual de cada católico. Pero es cierto también que hay llamadas al Cuerpo de la Iglesia, a su Jerarquía, a la comunidad de todos los creyentes.
Terrible responsabilidad la que el Cielo ha puesto en nuestras manos.
Por mucho que nos hagamos el sordo y nos tapemos los oídos, la voz de Dios y la voz de María nadie la podrá apagar: "¿Dónde está tu hermano?"...
Recordando las palabras del Venerable Pío XII: "La salvación de muchos depende de la oración de pocos".
Quizás nunca, la suerte eterna de tantos -la humanidad entera- dependió de la obediencia de unos pocos -los hijos de la Iglesia-.
¡Ave María Purísima!